lunes, 24 de abril de 2017

Después de todo.

Ya está. Días antes de salir estabas nervioso por empezar y ahora ya has terminado. Y ahora, ¿qué? ¿qué has aprendido? ¿ha valido la pena? ¿cómo va a cambiar tu vida? ¿qué harás distinto a partir de aquí? ¿de que te ha servido escribirlo? ¿vas a escribir más? ¿te ha servido para alguna cosa ser coach? ¿qué consejos darías a alguien que quiera hacerlo ahora o en un futuro? ¿qué has hecho distinto desde que has vuelto?.

Muchas preguntas que me contestaré de forma caótica, pero como yo las siento.

Lo volvería a hacer sin duda alguna. Si me lo hubiera preguntado durante cualquiera de las etapas que hice, estoy seguro que hubiera dicho que no. Ahora, dos meses más tarde, me diría que sí, que ha valido la pena.  Que lo volvería a hacer.  Que es una experiencia vital preciosa, emocional y mentalmente hablando. Una pequeña gran aventurilla a nivel físico y una experiencia emocional difícil de vivir en las circunstancias de mi día a día. Lo repetiría solo o acompañado, a pie, en bici o en moto, estoy seguro que cada viaje me depararía sensaciones distintas. Y deseo vivirlas. 

Fui al Camino para encontrar una mayor especialización en mi trabajo y vuelvo con algo totalmente distinto. Fui pensando que el tema de mi trabajo era lo que me preocupaba cuando en realidad lo que descubrí es que el primer valor de mi particular lista, la libertad, creía sentirse amenazado. La gran noticia para mi es que este valor sigue intacto, que puedo seguir tomando decisiones libremente, seguir liderando mi vida a mi manera, alineado con mis valores y que solo era mi proceso mental el que lo cuestionaba.  Mi libertad sigue intacta, estoy donde estoy porque yo lo he decidido, nadie me ha puesto una pistola en la cabeza y me ha obligado, por lo que no pueden haber reclamaciones, ni excusas, ni victimismo. Yo he decidido vivir así, y además no cambiaría nada.

Estaba en un lugar mentalmente equivocado, confundía la emoción de mi supuesta falta de libertad con las circunstancias que rodeaban mi trabajo. Gracias al viaje me he hecho totalmente consciente de que la libertad que siempre deseo estaba disponible para mi, que solo debía ponerla en cuarentena temporalmente y gestionar mis emociones de forma correcta. Ser consciente de mi emoción, observarla, conocer su procedencia y ponerla en perspectiva es mi trabajo, mi responsabilidad. 
Lo que seguro no es mi trabajo es asumir la responsabilidad de la vida de otros, ni tan siquiera la de mis hijos o mi pareja. Ayudar si, siempre que me lo pidan, pero hacerse responsable no. Demasiadas veces he cargado este pesado fardo que no me pertenece y que lastra mi existencia. Frena mi avance.


No creo que cambie mi vida drásticamente después de mi ‘viaje’ puesto que conocía perfectamente la teoría, pero si que es un ‘aviso a navegantes’ para integrar nuevos hábitos en la gestión de mis emociones. El hábito de la observación de mis emociones sin juicios añadidos. Entender mi forma de afrontar y conseguir mis retos. Ampliar mi concepto de libertad. Ser más protagonista de mi vida. Entender mejor lo que pertenece y lo que no a mi responsabilidad en todos los roles de mi vida. Disfrutar de mi camino con una sonrisa. Entender mejor la fase de mi vida que estoy viviendo.


Sin duda, escribirlo ha sido muy positivo por varias razones. 
Completar lo que empecé escribiendo en mi diario en forma de libro. 
Asentar e integrar mis aprendizajes. 
Me gusta lo escrito, sabiendo que es la primera vez. 
El orgullo de haber terminado mi escrito. 
Como he afrontado el reto de escribirlo. 
La autenticidad que he puesto en el desarrollo y la configuración del mismo. 
El pedir ayuda y valoración sobre el concepto y el estilo del escrito. 
El descubrimiento en mi sobre el placer que me ha proporcionado hacerlo. 
El placer de hacerlo sin pensar que era para otros sino para mi mismo. 
El compromiso adquirido conmigo mismo. 
El crecimiento que me ha proporcionado tener que romper creencias que me limitaban a poder escribir. 
La ilusión que sobre mi carrera me ha traído hacerlo. 

La verdad es que no tengo ni idea si escribiré alguna otra cosa en mi vida o no, pero si tuviera que mojarme’ diría que solo lo haría si creo firmemente en lo que relato y que realmente vale la pena para mí y para quién lo lea. Pero, ¿por qué no? No me voy a poner límites ni creencias a esa posibilidad.

Considero que ser coach profesional me ha ayudado en muchas de las facetas de este viaje físico, emocional y mental. 
Que gracias a esto he gestionado mis emociones de una manera más consciente y eficiente, aunque no siempre correctamente, es un hecho. 
Que mi formación en liderazgo y a la vez ser formador en liderazgo me ha puesto en el lugar que necesitaba estar para conseguir estas metas que me marqué desde el inicio. Tanto el entreno, como la concienciación, como el desarrollo del especial viaje y la reflexiones finales son parte del trabajo que hago como profesional de este ramo.
Que debo agradecer a mi pareja, Camino, a mis hijos Claudia y Marc, a Ciro, Marta e Inés y toda mi familia de sangre y política, la ayuda que me han prestado tan desinteresadamente para poder volar un poco más alto de lo que lo hubiera hecho sin contar con todos ellos. 
Que más allá del viaje logístico y físico hay un profundo viaje emocional, que si estoy abierto y comprometido con él, me hace más consciente de quien soy, donde estoy, a donde voy y como quiero transitar por mi vida.
Que hay un descubrimiento constante y muchas veces sorprendente de mi mismo y de lo que es importante en mi vida.
Que creo que a todos nos iría mejor si de vez en cuando pudiéramos alejarnos del mundanal ruido, desconectar y hablar cara a cara con nuestra verdad.
Que el Camino de Santiago es un lugar maravilloso para practicar esto y que además ofrece la posibilidad de hacer ejercicio y cambiar los paisajes a cada instante lo hace más atractivo, si cabe.
Que la logística del Camino es muy sencilla y está preparada para cualquier tipo de necesidad.
Que es asequible a todo el mundo, pero que puedes adaptarlo a tu forma de ser y de viajar.
Que el viaje para cada uno es distinto e igualmente emocionante.
Que el momento perfecto para realizarlo está agendado en nuestro interior.


En definitiva, ha sido un fabuloso momento de mi vida, que difícilmente olvidaré y escribirlo ha cerrado un ciclo y ha abierto uno nuevo, lleno de nuevas aventuras y experiencias que seguro me están esperando a la vuelta de la esquina.



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