lunes, 17 de abril de 2017

4 de Septiembre. Todo empezó aquí.

Transfiero textualmente lo que escribí aquel 4 de septiembre en mi bloc de notas. 

No sé ni en que día vivo. Si, es domingo, porque lo acabo de mirar en el móvil para poner una fecha. Demasiadas vacaciones…
Hace tiempo que hago mi trabajo y no encuentro lo mejor de mi. Me aburro. Me falta una motivación que me haga levantar de la cama con ganas de contribuir significativamente al sentido de mi vida. Aunque  parezca muy obvio que haciendo coaching y formación, el sentido sea el ayudar a los demás, y lo bonito que eso suena, no es ésta mi única razón de ser. No sé qué quiero hacer pero quiero hacer algo que de verdad me llene a mi. Puede parecer a simple vista que no me guste mi profesión, y no es así. Estoy buscando algo más, un reto nuevo, algo que perseguir con pasión. He dedicado toda la vida a hacer cosas para agradar a los demás, porque ésta es mi forma de ser, y  ahora estoy en un momento que necesito pensar más en mi. Hay pocas cosas que me hayan satisfecho de una manera continuada en mi vida, siempre busco un ¿qué es lo siguiente? cuando creo que ya domino satisfactoriamente una materia. 
Y éste es el inicio que da titulo a esta historia. Está bien ir tirando, trabajando y facturando un poco… ya… esto está bien, pero ¿y qué más?
Camino dice que lo que hago se me ha hecho pequeño; bueno, discrepo un poco, todavía tengo mucho por aprender. Quizá la frase que dijo no era exactamente así, sino que lo que quería decir es que estoy desaprovechando mi experiencia y mi potencial, y aquí ya estaría más de acuerdo. Es cierto que ando buscando alguna cosa más. Como le decía el viernes en el chiringuito del paseo de Vilassar. El hecho es que, de vez en cuando, me estanco en el  ‘ir tirando’ y tengo un sentimiento de ‘sin sentido’, de vacío. 
¿De verdad que no hay nada más? Lo siento, no me conformo, quiero más, quiero llenar de sentido todo lo que hago, y no tiene que ver con ayudar a los demás, si no me ayudo primero a mi mismo. ¿Qué narices debo estar transmitiendo?
¿La familia? bien, gracias! ¿La pareja? bien, gracias! ¿El dinero? bastante bien, gracias! ya, pero ¿y qué más?…Qué voracidad, ¿no?.
Así que después de un par de días de esta mini crisis le pido ayuda a  Camino, y acepta. No pasa nada hasta el viernes que, no sé muy bien porqué le propongo tomar una cervecita y, a pesar de que no me apetecía mucho caminar, ella insiste y acabamos en el chiringuito de al lado del mar. 



Tomamos una cerveza y ella se pone en modo ‘coach’. Vale guai, acepto el reto, de hecho lo llevo deseando desde hace días, quiero compartir lo que siento con ella. ¿Con quién sino?. Ella es mi amante, mi amiga, mi compañera, mi confidente. Aunque siempre hay cosillas, no la puedo querer más. Charlando de nada, se hacen las 8:45 y pienso que ya hemos de volver. Todavía tengo este mal hábito. Un exceso de responsabilidad adquirido que me cuesta sacarme de encima. 
- ¿Nos espera alguien? deja ir tan tranquila com siempre.
  • Nooo, no, no, que va.  Aunque es un momento de expectación, se le nota en las manos temblorosas, me transmite calma.
Todo empezó aquí, o esto fue el detonante para desabrocharme el corsé de creencias que me limitan, que no me dejan crecer y que, por supuesto, instalo en mi mente. No veo todo mi potencial y necesito, como el agua, todo su apoyo.
Y de una forma cariñosa y aterciopelada me abre como a un melón para sacar la pulpa y la parte más dulce y madura. Pregunta mucho…
- ¿Qué te diría Yuan Yuan? ¿qué te diría Josep Mª? ¿Qué podrías hacer con ellos? ¿Qué ves por esta nueva ventana?, 
  • Para ganar tiempo le digo, ¿la realidad o la metáfora?
  • Lo que tu quieras, contesta.
  • Un prado verde lleno de flores de alta montaña, desde una ventana en las golfas de una casa campestre, dije. No sé muy bien cómo fuimos avanzando, me había puesto enteramente en sus manos, y el resultado de la conversación es que me he de ir unos días por ahí y averiguar qué encuentro en mi.
  • Ahora puedes, dice ella, te lo puedes permitir.
Me vino inmediatamente a la cabeza que ya hacía unos días me decía a mi mismo, coge la bici  y vete unos días, desaparece, pensaba. Supongo que se me debió iluminar el rostro porque a ella se le iluminó también. Habíamos llegado a un lugar de encuentro resonante para los dos.
  • Sí, tienes razón, le dije, creo que hemos dado en el clavo. Me he de ir unos días y encontrarme con mi más profundo yo. Encontrarme a mí, para encontrar el camino.  Ya veré qué encuentro!, me digo a mí mismo, poniéndome más presión de la que necesito.
No será un viaje de placer. Quiero limpiar también un poco mi cuerpo, a parte de mi psique.
Qué ilusión! Estaba tremendamente eufórico, si ya la amaba, ahora más, aún valoro más este apoyo y la forma que tiene de quererme. Nunca he tenido una sola duda. Nos dimos un fortísimo abrazo y se forjó un nuevo vínculo, el viaje.
Estoy escribiendo esto dos días más tarde. De aquella euforia y emoción paso al -vale y ¿qué hago?, ¿dónde voy? ¿lo conseguiré?¿encontraré lo que busco? ¿cuánto dinero me va a costar? ¿cuántos días me he de ir? ¿qué pasará si no consigo encontar lo que busco?”
Quiero ir, creo que me toca, que seguro que me lo merezco. No quiero arrepentirme de haber tenido la oportunidad y desperdiciarla.
Si, está claro que me va a costar dinero pero quizá me lo tengo que mirar más como una inversión en mismo que como un gasto. Y,  ¿porqué no?, disfrutarlo también. Así que, si o si, me iré, no sé ni dónde, ni cómo, ni cuándo, pero si sé el porqué y también sé todas las maravillosas razones que tengo para volver a casa.



No hay comentarios:

Publicar un comentario