lunes, 24 de abril de 2017

buen camino


Mi decálogo emocional

1. Vivir la vida con toda su intensidad, dejando pasar las emociones a través nuestro y gestionándolas cuando sea necesario.

2. Disfrutar del viaje, la ansiedad por llegar hace que vivas en y para el futuro, y que te pierdas el presente que es donde está la acción real.

3. La sonrisa y el positivismo. Contagiar y ser contagiado.

4. Gestionar las emociones negativas solo depende de nosotros y nuestros propios miedos. No se pueden erradicar, el truco está en aprender a caminar junto a ellas con maestría.

5. Creer tiene mucho poder.

6. La autoconfianza que emana de la satisfacción y orgullo del trabajo bien hecho.

7. Celebrar y saborear cada victoria como si fuera la última.

8. Solo cargar con la responsabilidad de nuestra vida, la responsabilidad de los demás ya tiene dueño.

9. El soporte emocional de los míos.

10. Amarnos por encima de todo nos llevará donde deseemos.

Mi decálogo ciclista

1. Marcarse objetivos ayuda a administrar esfuerzos y clarifica nuestro norte. Saber seccionar el objetivo adecuadamente a les circunstancias propias y del entorno, ayuda a conseguirlo.

2. Poner fecha de caducidad ayudará a no postergar y a no escondernos bajo nuestro día a día.


3. Cada uno tiene su ritmo, y es el que debemos usar, es el que mejor dominamos y no es comparable con el de los demás.


4. El ser humano puede ir más allá de lo que sus creencias dicen, siempre se puede estirar un poco más y superarse. Los limites están mucho más allá de lo que imaginamos.


5. Es importante tener la estrategia adecuada para afrontar las situaciones más diversas desde la mejor posición posible.


6. Hay que proteger el tanque de reserva energética disponible para imprevistos. Margen de seguridad o de maniobra. Ir al límite no deja espacio al error.


7. No hay que mirar constantemente al final del recorrido, solo  hay que centrarse en cada etapa. Cada etapa completada te acerca al objetivo y lo que parecía imposible se hace realidad. Partido a partido, diría algún entrenador de fútbol.


8. Mirar atrás solo para tomar conciencia de todo lo que ya se ha conseguido ayudará a quitar miedos al fracaso, a la incapacidad y a la de no merecer.


9. Abrir tel corazón. Dejar entrar y salir las emociones y vivir la vida. Gestionar las emociones para estar lo mejor que se pueda con uno mismo.


10. Empaparnos de la satisfacción de conseguir objetivos y celébralo.





ESTO NO ES UN PASEO, ESTO ES UN CAMINO !!

Después de todo.

Ya está. Días antes de salir estabas nervioso por empezar y ahora ya has terminado. Y ahora, ¿qué? ¿qué has aprendido? ¿ha valido la pena? ¿cómo va a cambiar tu vida? ¿qué harás distinto a partir de aquí? ¿de que te ha servido escribirlo? ¿vas a escribir más? ¿te ha servido para alguna cosa ser coach? ¿qué consejos darías a alguien que quiera hacerlo ahora o en un futuro? ¿qué has hecho distinto desde que has vuelto?.

Muchas preguntas que me contestaré de forma caótica, pero como yo las siento.

Lo volvería a hacer sin duda alguna. Si me lo hubiera preguntado durante cualquiera de las etapas que hice, estoy seguro que hubiera dicho que no. Ahora, dos meses más tarde, me diría que sí, que ha valido la pena.  Que lo volvería a hacer.  Que es una experiencia vital preciosa, emocional y mentalmente hablando. Una pequeña gran aventurilla a nivel físico y una experiencia emocional difícil de vivir en las circunstancias de mi día a día. Lo repetiría solo o acompañado, a pie, en bici o en moto, estoy seguro que cada viaje me depararía sensaciones distintas. Y deseo vivirlas. 

Fui al Camino para encontrar una mayor especialización en mi trabajo y vuelvo con algo totalmente distinto. Fui pensando que el tema de mi trabajo era lo que me preocupaba cuando en realidad lo que descubrí es que el primer valor de mi particular lista, la libertad, creía sentirse amenazado. La gran noticia para mi es que este valor sigue intacto, que puedo seguir tomando decisiones libremente, seguir liderando mi vida a mi manera, alineado con mis valores y que solo era mi proceso mental el que lo cuestionaba.  Mi libertad sigue intacta, estoy donde estoy porque yo lo he decidido, nadie me ha puesto una pistola en la cabeza y me ha obligado, por lo que no pueden haber reclamaciones, ni excusas, ni victimismo. Yo he decidido vivir así, y además no cambiaría nada.

Estaba en un lugar mentalmente equivocado, confundía la emoción de mi supuesta falta de libertad con las circunstancias que rodeaban mi trabajo. Gracias al viaje me he hecho totalmente consciente de que la libertad que siempre deseo estaba disponible para mi, que solo debía ponerla en cuarentena temporalmente y gestionar mis emociones de forma correcta. Ser consciente de mi emoción, observarla, conocer su procedencia y ponerla en perspectiva es mi trabajo, mi responsabilidad. 
Lo que seguro no es mi trabajo es asumir la responsabilidad de la vida de otros, ni tan siquiera la de mis hijos o mi pareja. Ayudar si, siempre que me lo pidan, pero hacerse responsable no. Demasiadas veces he cargado este pesado fardo que no me pertenece y que lastra mi existencia. Frena mi avance.


No creo que cambie mi vida drásticamente después de mi ‘viaje’ puesto que conocía perfectamente la teoría, pero si que es un ‘aviso a navegantes’ para integrar nuevos hábitos en la gestión de mis emociones. El hábito de la observación de mis emociones sin juicios añadidos. Entender mi forma de afrontar y conseguir mis retos. Ampliar mi concepto de libertad. Ser más protagonista de mi vida. Entender mejor lo que pertenece y lo que no a mi responsabilidad en todos los roles de mi vida. Disfrutar de mi camino con una sonrisa. Entender mejor la fase de mi vida que estoy viviendo.


Sin duda, escribirlo ha sido muy positivo por varias razones. 
Completar lo que empecé escribiendo en mi diario en forma de libro. 
Asentar e integrar mis aprendizajes. 
Me gusta lo escrito, sabiendo que es la primera vez. 
El orgullo de haber terminado mi escrito. 
Como he afrontado el reto de escribirlo. 
La autenticidad que he puesto en el desarrollo y la configuración del mismo. 
El pedir ayuda y valoración sobre el concepto y el estilo del escrito. 
El descubrimiento en mi sobre el placer que me ha proporcionado hacerlo. 
El placer de hacerlo sin pensar que era para otros sino para mi mismo. 
El compromiso adquirido conmigo mismo. 
El crecimiento que me ha proporcionado tener que romper creencias que me limitaban a poder escribir. 
La ilusión que sobre mi carrera me ha traído hacerlo. 

La verdad es que no tengo ni idea si escribiré alguna otra cosa en mi vida o no, pero si tuviera que mojarme’ diría que solo lo haría si creo firmemente en lo que relato y que realmente vale la pena para mí y para quién lo lea. Pero, ¿por qué no? No me voy a poner límites ni creencias a esa posibilidad.

Considero que ser coach profesional me ha ayudado en muchas de las facetas de este viaje físico, emocional y mental. 
Que gracias a esto he gestionado mis emociones de una manera más consciente y eficiente, aunque no siempre correctamente, es un hecho. 
Que mi formación en liderazgo y a la vez ser formador en liderazgo me ha puesto en el lugar que necesitaba estar para conseguir estas metas que me marqué desde el inicio. Tanto el entreno, como la concienciación, como el desarrollo del especial viaje y la reflexiones finales son parte del trabajo que hago como profesional de este ramo.
Que debo agradecer a mi pareja, Camino, a mis hijos Claudia y Marc, a Ciro, Marta e Inés y toda mi familia de sangre y política, la ayuda que me han prestado tan desinteresadamente para poder volar un poco más alto de lo que lo hubiera hecho sin contar con todos ellos. 
Que más allá del viaje logístico y físico hay un profundo viaje emocional, que si estoy abierto y comprometido con él, me hace más consciente de quien soy, donde estoy, a donde voy y como quiero transitar por mi vida.
Que hay un descubrimiento constante y muchas veces sorprendente de mi mismo y de lo que es importante en mi vida.
Que creo que a todos nos iría mejor si de vez en cuando pudiéramos alejarnos del mundanal ruido, desconectar y hablar cara a cara con nuestra verdad.
Que el Camino de Santiago es un lugar maravilloso para practicar esto y que además ofrece la posibilidad de hacer ejercicio y cambiar los paisajes a cada instante lo hace más atractivo, si cabe.
Que la logística del Camino es muy sencilla y está preparada para cualquier tipo de necesidad.
Que es asequible a todo el mundo, pero que puedes adaptarlo a tu forma de ser y de viajar.
Que el viaje para cada uno es distinto e igualmente emocionante.
Que el momento perfecto para realizarlo está agendado en nuestro interior.


En definitiva, ha sido un fabuloso momento de mi vida, que difícilmente olvidaré y escribirlo ha cerrado un ciclo y ha abierto uno nuevo, lleno de nuevas aventuras y experiencias que seguro me están esperando a la vuelta de la esquina.



11 de Octubre. En la cima.

>Me levanto muy prontito,  excitado y con ganas de llegar y abrazar a los míos. Cojo mi pequeña mochila, lo demás viaja con la bici, y salgo a buscar el autobús que me llevará al aeropuerto de Santiago. El vuelo sale puntual y está a rebosar, ayer cogí buenos asientos y puedo descansar mis pesadas piernas. Disfruto cada minuto de la vuelta a casa. Ya estoy en El Prat, bus, tren y Vilassar de Mar. Mi mar. Estoy de vuelta.<

Vilassar de mar

Las sensaciones son dispares, pero hay una que destaca sobre las demás, mi sonrisa. La sonrisa de satisfacción, la que irradia luz a mi y a mi entorno. Una luz contagiosa. Una luz que emana sabiduría y amor. La que hace sentirse un poco más poderoso. El lado luminoso.
En la otra cara de la moneda está el lado oscuro. El lado de los ‘no puedo’, ‘no lo voy a lograr’, ‘no estoy preparado’, ‘fracasaré’, ‘me rindo’, ‘huyo de esto’, ‘desaparezco’ o ‘mejor no lo intento’ y con todos los ‘y si.…’ que cada uno de nosotros imagina. La luz ha vencido a la oscuridad de nuevo. Es chocante que cuando consigo algo importante para mí, y esto lo es, el lado luminoso vence siempre con claridad al lado oscuro. Siempre vale la pena.
La satisfacción de haber conseguido mi objetivo es una sobredosis de autoconfianza, de autoestima. La razón de la victoria del lado luminoso. Un momento más a los que acudir en momentos de desasosiego. 
Si te lo propones, lo consigues - dicen las leyendas urbanas al respecto. A veces es cierto. Depende mucho del creer en ti y en tu proyecto. Pero solo con estos dos elementos es fácil caer en la trampa del pensar que solo por expresarlo y compartirlo se consigue lo que quieres. Pero no es así. No sin añadir el esfuerzo que cada uno necesita para cada ocasión concreta. El esfuerzo físico, mental y emocional. 
Sin estos tres componentes alineados, un reto puede llegar a ser un ‘vía crucis’ interminable, una odisea imposible, y llevarte a la frustración para abandonar finalmente.

Me viene todo esto a la mente y me lleva a mi vida de ‘freelance’, que empecé cuando dejé la multinacional. Ahora sí puedo decir que estoy donde quiero estar. Ahora sí soy quién quiero ser. Para llegar hasta aquí he tenido que atravesar el camino del lado oscuro y he necesitado mis niveles de esfuerzo físico, mental y emocional rindiendo adecuadamente para conseguirlo. Poco a poco, el camino se ha ido allanando y la experiencia creciendo y, aunque no hay un final, porque la vida sigue, debo continuar administrando mis niveles de esfuerzo para seguir vivo. No es un camino de rosas, trabajar para otro es más cómodo, pero la recompensa ahora es tan grande que se hace indefiniblemente fantástica. Todo lo que vales es gracias a ti, a como gestionas tus habilidades, tu esfuerzo y tu actitud. 
El tiempo pasa deprisa. Más deprisa de lo que parece al empezar. Todo acaba llegando en el momento preciso, normalmente cuando ya estás preparado. No perder el foco en tu proyecto es un acelerador que te acerca cada día un poco más allí donde quieres estar. Durante el proceso vas perfilando los detalles de los ‘cómo’y los ‘cuándo’. 
Desde el momento en el que decides el ‘dónde’, tu cuerpo y tu mente saben el ‘cómo’. Con mayor o menor conciencia de ello, vas escogiendo los senderos que te acercan a él. El objetivo decide por nosotros ese ‘cómo’, un ‘cómo’ adaptado a nosotros, hecho a medida para nosotros, como si de un vestido a medida se tratase. Ciertamente, todos los seres humanos somos completos, creativos y llenos de recursos. Así que avanzar es más una cuestión de querer que de saber qué debemos hacer. 
Una de las opciones del ‘cómo’ es pedir ayuda. ¿Por qué no pedir ayuda? ¿qué nos frena a pedir ayuda?. 
Aprendí no hace mucho a pedir ayuda. Mi propio orgullo y el mostrarme vulnerable a los demás frenaba mi avance y lo que es peor, podía llegar a apartarme de mi verdadero rumbo, y éste es demasiado valioso para dejarlo a un lado. Es un lujo que no me puedo permitir, vivir mi vida plenamente depende de ello. 
“Fui a los bosques porque quería vivir a conciencia, quería vivir a fondo, y extraer todo el meollo a la vida. Dejar de lado todo lo que no fuera la vida, para no descubrir en el momento de la muerte, que no había vivido”
El club de los poetas muertos


Nuestros sueños deben estar protegidos de todo y de todos, como decía Will Smith en la película ‘En busca de la felicidad’. 

“Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni siquiera yo. Si tienes un sueño debes protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tu tampoco puedes. Si quieres algo, ve a por ello y punto”, decía Will Smith a su hijo. 
Me encanta esta parte. Me define a mí cuando decidí de muy joven no continuar con el trabajo de mi padre. Quería labrar mi propio destino y ser reconocido por mi mismo y no por heredar algo que no me había ganado y que no me pertenecía a mi, sino a él. No quería ser reconocido como el hijo de alguien, sino como una persona con identidad propia. Ahora además, estoy convencido que en el fondo, mi decisión le alegró. Decía que debía hacer aquello que más me gustara, donde más disfrutara y darlo todo. Ser el mejor en lo que hiciera, buscar la satisfacción y el orgullo del trabajo bien hecho. Me costó entenderlo entonces, pero sus palabras han seguido grabadas en mi subconsciente durante toda mi vida. 
Aún así, una parte mal desarrollada por buscar la excelencia, me ha hecho ser excesivamente autocrítico, perfeccionista en extremo y no me he dado permiso para equivocarme, pedir ayuda o simplemente ser indulgente conmigo mismo. Aprendido. 
Está claro que siempre se puede hacer mejor. Ser humilde y reconocerlo me da espacio para el crecimiento pero hay que poner en valor lo que hemos conseguido. Saber de donde vienes y donde has llegado. Y celebrarlo. Celebrar y saborear cada victoria como si fuera la última. 

Estoy cansado, con mil pensamientos en mi mente que me llevan de aquí para allí. Me queda ahora otro “viaje” para pulir mi “dónde” y poner orden a este entresijo de  reflexiones que seguro me indicarán el cómo llegar.  

Portomarín

10 de Octubre. Paseo triunfal.

>Ya ni me acuerdo de que mi cumpleaños fue anteayer. Me he levantado pronto para ‘atacar’ lo que debería ser la última etapa. Quedan 50 km, que no parecen muchos por lo que he estado haciendo, es como ir de Vilassar a Barcelona y volver, aunque con las cartucheras y las montañas rusas gallegas de por medio. Hoy voy prevenido gracias a la experiencia de ayer por lo que he trabajado mi concienciación antes y durante el trayecto. No hay prisa! Llegarás hoy! Ya te preocuparas de cómo y cuándo volver cuando estés allí, deja de darle vueltas.
He desayunado en el bar del hotel unas tostadas con mantequilla y mermelada, por unos momentos me acuerdo de mi padre pues él siempre desayunaba esto. Y él siempre ha sido mi guía interior, mi capitán, mi norte. Siempre disponible. ¿Qué haría él? o ¿qué me aconsejaría?
¿Preparado para sufrir con tu físico? Llevo puestos los apósitos. He tenido que usar la cámara del móvil para acertar en el lugar preciso. Aún y así, fallé un par de veces. No curan el dolor ni curan la herida, pero sé que no puedo hacer más y que valdrá la pena cuando llegue. Cuando llegué a casa un día más tarde todavía los llevaba puestos.


La concienciación ha surtido efecto y lo he llevado con dignidad. Un par de paradas en las subidas más largas y la etapa ha transcurrido de forma bastante placentera. Los casi 55 km desde Melide a Santiago son un largo paseo triunfal hacia lo que se puede definir como plenitud ciclista. Vivo distintos momentos de alegría y liberación conforme se van consumiendo los kilómetros y se va acercando el gran momento. La bici parece más ligera que nunca, vuelo hacia mi deseada meta, sin duda dibujo una sonrisa durante todo el trayecto, no necesito espejo para saberlo. El sabor de mi victoria particular llena todos los poros de mi piel. He descendido desde el aeropuerto hacia el centro  de Santiago de Compostela guiado por una señora muy amable que me ha indicado el camino hacia las dos cúpulas del templo más deseado de estos lares y probablemente de todo occidente.
He llegado a una entrada lateral de la Catedral sin saber que era el lateral y lo he celebrado con una clara y unas chips, que me saben a gourmet, y una llamada ‘facetime’ con mi ‘Cami’. 

Entusiasmado. Pletórico. Orgulloso. Pleno. Me quiero un poco más que ayer.

Casi no me doy tiempo para celebrarlo, tengo ganas de andar y no precisamente en bici, pero antes debo arreglar y decidir algunas cosas. ¿Cuando me vuelvo a casa, hoy o mañana?¿que hago con la bici? ¿donde duermo si me quedo? Necesito parar mi mente. Esta es mi agonía, mi angustia, soluciona primero, luego disfrutas. Necesito una buena ducha. Buscando respuestas paso por la enorme plaza del Obradoiro, esta si es la que recuerdo la entrada principal de la Catedral. Fotos, vídeo y sigo con mi objetivo de  arreglar las cosas lo antes posible, después tendré más tiempo de visitarlo todo.

Arreglo la logística de la bici hasta mi casa con una empresa concertada por un precio aceptable, teniendo en cuenta la distancia. Cojo una habitación en el Hostal de la Salle, compro un billete de avión para mañana por la mañana y me echo en la cama para descansar placidamente de mi particular ‘Viaje del héroe’ que justo termina aquí. Es el descanso del guerrero.

Por la tarde, visito la Catedral por dentro, están de obras. Está llena de curiosos y peregrinos. Pero suficiente para decir que entré una vez  terminada la odisea. Veo la imagen del santo, el botafumeiro y me doy permiso para irme una vez cumplido el hecho. Camino sin rumbo intentando encontrar un sitio agradable para cenar, apenas he comido para poder darme una buena cena. Como en un bar-restaurante de los de siempre, de los tradicionales unas tapas típicas de la zona, con una buena cerveza ‘king size’.  A pesar de la alegría y las agradables cosquillas de volver a casa debo retirarme pronto al Hostal, necesito más descanso. Veo una peli en mi móvil como buenamente puedo y me duermo sin problema.<






Qué alta y grande es la montaña antes de empezar. 
Qué duro es escalar o pedalear cada día en busca de nuestro objetivo. Que difícil es tener claro qué queremos ser, qué hemos venido a hacer a este mundo, cuál es nuestro propósito de vida. 
Qué difícil es sobrevivir a un aburrido y monótono día a día sino buscamos algo especial por lo que vivir, luchar y conseguir. No todo el mundo consigue saberlo. Muchos se conforman con sus circunstancias y abandonan su búsqueda o simplemente se conforman. Otros piensan que a pesar de todo esto todavía podemos decidir cómo queremos hacerlo, como queremos vivirlo. Decía Viktor H. Frankl en su libro ‘El hombre en busca de sentido’ que a pesar de las dificultades y entornos hostiles, tenemos la capacidad de decidir qué actitud queremos adoptar para cada minuto de nuestro proceso vital. Viktor, psiquiatra judío en la Alemania nazi, sobrevivió a Auschwitz y escribió el citado libro una vez liberado, según las vivencias y aprendizajes de su particular proceso de pérdida en el famoso campo de concentración. Proceso que vivió aceptando su situación y luchando por conseguir su objetivo más básico, sobrevivir. Pudo tomar algunas decisiones, -ponerme en esta fila o esconderme puede librarme de la cámara de gas, pensaba. La decisión más importante que tomó era la actitud que necesitaba para conseguir su objetivo, teniéndola presente en todo momento. Estar alineado con su objetivo y vivirlo con la actitud que creía que lo llevaría hasta su preciado destino, la libertad, lo llevó a disfrutar del derecho a la vida que tenemos todos los seres humanos.

9 de Octubre. Superación.

          >Son las 8 de la mañana del domingo y aquí en Sarria es todavía muy oscuro, hay una humedad terrible y las temperaturas han bajado mucho. He descansado poco, la cama era un camastro. Todos los bares están cerrados a simple vista y decido tirar con una barrita energética y el agua de la cantimplora. Estoy destrozado, pedaleo por inercia porque ya llevo 7 días haciendo lo mismo y las piernas se mueven automáticamente, se me ha metido la humedad en el cuerpo y no consigo calentarlo. Me sobra la mitad de mi trasero que no sé dónde ubicarlo, las heriditas están haciendo mella y es la parte de mi cuerpo que tiene el dolor más a flor de piel, nunca mejor dicho. Lo he pasado mal y han venido pensamientos de abandono cuando solo estoy a unos 120 km de Santiago. Solo son dos etapas cortas más, la victoria y para casa, me voy diciendo.
Ya estoy en la fase 4. Después de la etapa reina y 500 km en mis lomos creo que ya está hecho. Y eso es falso. Esto es casi peor que lo de ayer porque además es inesperado. Te llegas a creer que ya lo tienes en la mano cuando todavía te queda por sudar y sufrir. Es un gran aprendizaje. Solo se llega cuando cruzas la meta, antes es hablar por hablar, o creer por creer.


Paro en el primer pueblo con un bar abierto, creo que es Peruscallo y allí me puedo tomar la pastilla de la presión, el ibuprofeno y una Cola-Cao caliente con donuts que me han sabido a gloria. Me ha costado un rato más entrar en modo maratón que los otros días, poco a poco y ya desde Portomarin he ido avanzando sin prisa por los toboganes de carreteras a base de parar muchas veces, beber mucho, comer plátanos y barritas energéticas. No me he rendido. Todavía no. Más por pelotas que por mis condiciones físicas. Voy aguantando con unas grandes tiritas acolchadas en mis glúteos que disimulan el dolor y engañan otro tanto a mi mente. Con un ritmo patético he entrado en Melide y he tirado la toalla por hoy. 






Busco un hotel decente donde poder descansar. Después de refrescarme  mientras andaba buscando una farmacia veo una señal de tráfico indicando que quedan 50 km hasta Santiago y me alegra el alma. Respiro hondo. Ya casi estás. ¿Que son 50 km de un total de 630? ‘Na y meno' como dirían por ahí. 
Le he prometido a Camino que me comería un buen plato de Hidratos de carbono y, como soy muy buen paciente, le he hecho caso y me he puesto las botas de pasta a la bolognesa.
He caido frito en la cama sin más. <


Solo han sido 64 km pero nada fáciles, una etapa incluso mucho más difícil de gestionar, que las duras etapas anteriores. Ha sido muy duro enfrentarse a esta realidad no esperada, a la adversidad no prevista en mi plan. A aceptar que mi cuerpo está rozando límites. Recuperar la positividad y ver hasta dónde he llegado, me han ayudado a proseguir mi camino con mucho esfuerzo, constancia, paciencia y tenacidad, pero, sin duda, creer en mi y en mi objetivo son la energía que ha alimentado mis piernas, mi deteriorado físico, mi mente y mi corazón. 
Y es que esto es lo que nos ocurre en muchas ocasiones en nuestra vida, situaciones y hechos inesperados pueden cambiarnos radicalmente nuestras expectativas y ahí es donde una adecuada gestión emocional nos sacará del atolladero en el tiempo que cada uno pueda desarrollar. Seguro que para cada uno de nosotros será distinto y a la vez adaptado a quienes somos. Si lo hacemos al ritmo de otro será más complicado salir airoso de la situación. No hay atajos. Hay que seguir superándose y avanzar. Si mirásemos atrás y comparáramos el recorrido de las vidas de la mayoría de seres humanos veríamos que hay unos paralelismos y semejanzas que tienen que ver con la superación. Tienen que ver con el potencial que desarrollamos para afrontar y vencer las adversidades imprevistas y que en situaciones cotidianas no sacamos porque vivimos en nuestra zona de confort. Hoy, en este momento, aquí y ahora, todos los que estamos en el mundo en este preciso instante estamos aquí porque hemos tenido que superar muchos obstáculos, más o menos complicados, que están en función de nuestras propias creencias. Por tanto, todos tenemos este poder especial, intrínseco e innato, que sacamos solo en casos excepcionales. 
Me pregunto ¿por qué no lo usamos siempre? Si está disponible, y solo es cuestión de escoger y decidir qué tipo de vida queremos vivir, decidámoslo. Es un asunto de auto-liderazgo. De la suma de todas las decisiones que tomamos cada día. Según estudiosos del tema, tomamos entre 60 y 100.000 decisiones al día, tomemos pues las que más nos convienen. 
Creo firmemente que para el ser humano es más fácil vivir en su zona de confort que en la zona de riesgo e incertidumbre y así, con menos recursos, avanzamos hacia zonas, quizá más mediocres, construyendo nuestros propios limites, barreras y creencias. Vivir en la zona de confort está muy bien si somos conscientes de que no llegaremos hasta donde podríamos, pero luego no vale quejarse, ni alzarnos víctimas de nuestras propias NO decisiones. A esto lo llamo ‘esquezofrenia’ o victimismo, creer que lo que nos ocurre en la vida viene de fuerzas externas que nada tienen que ver con nosotros. Que la culpa es de nuestros padres, jefes, politicos, conyuges u otros factores como crisis económicas, coyunturas sociales o incluso inclemencias meteorológicas por ejemplo.

Al final el mundo de las personas que más admiramos está fuertemente ligado a su capacidad de recuperación frente a situaciones límite o fracasos y nunca a efectos externos a ellos mismos. Su capacidad de lucha, su perseverancia, su tenacidad, su actitud son los motores que les impulsan más alto. 

8 de Octubre. El Tourmalet.

>Vale, hoy me toca escribir sobre 2 días, lo cual hasta puede resultar interesante, por lo de la perspectiva.
Salí de Villafranca del Bierzo con dos paquetes extra, el frío y la angustia. ¿Puedo o no puedo conseguirlo? ¿Es exagerada la fama del puerto del O’Cebreiro? La primera sorpresa de hoy es que los 15 km iniciales son llanos, así que, a descontar de los 30. Ya quedan menos. Después de estos primeros empiezo la subida sin complejos pero con mucha calma, tengo que administrarme. Voy escalando poco a poco, compro un par de plátanos a una extranjera que se afincó aquí y que tiene una paradita a pie de carretera. Dice que ahora los peregrinos están más dispersos en cuanto a horario, o sea que pasan a todas horas y eso la incomoda porque, para sacar rendimiento, tiene que estar más horas. Voy parando y descansando hasta que la pendiente se pone insoportable y otra vez descabalgo y acompaño a mi bici durante unos minutos hasta que lo insoportable se vuelve aceptable.
Veo a lo lejos y en lo alto del monte lo que parece un pueblo, es Piedrafita de O’Cebreriro. Cuando consigo llegar me siento radiante. Lo has conseguido. Ahora solo te queda el Alto del pollo. Un ratito más y a bajar, el desnivel de subida que queda es asumible. Así que me paro con mi ‘radiación’ y me como el bocata de jamón que me guardé de ayer. Abro el wsp y veo todas las felicitaciones que me han hecho llegar. Gracias, gracias. Diez minutos más tarde arranco con la ilusión de tenerlo casi en el bote. Pero parar y comer demasiado sigue sentándome mal. Al final me aprenderé este patrón de comportamiento que me lleva a la miseria física. O me paro más rato y como menos o no lo conseguiré!.
 
Alto do Poio

Pero la segunda sorpresa todavía está por llegar, sigo subiendo y sufriendo y parando una y otra vez. Un rato más tarde llego arriba del interminable monte y leo Puerto de Cebreriro, 1.300 m. ¿Pero no había llegado ya? Había estado confundido todo este tiempo. Mierda. O sea que todavía me queda ‘El pollo’, pues vaya trompazo moral. Tengo que seguir, he de seguir como sea, no me puedo rendir aquí, que ganas no me faltan. Después de unos cuantos desniveles más, ya casi en lo más alto, llega el esperado descanso en un bar lleno de peregrinos, ya casi tocando el cielo.
El mítico O’Cebreiro se ha hecho un hueco en mi percepción del Camino de Santiago.  


Ahora empieza el descenso libre hasta Tricastela y me planteo cerrar aquí la etapa de hoy. Pero mi tozudez y firmeza con mis objetivos siguen enganchados a mí como si de lapas se trataran. Paso por Samos, otro santuario en el que hay que parar y admirar. Pero estoy demasiado cansado y quiero seguir, me devoran las ganas de llegar a Sarria y celebrar mi cumpleaños. Un buen hotel y una buena cena bastarán para la ocasión, no pido más. Sarria parece el centro de esta comarca gallega y seguro que encontraré lo que busco.<


Samos



Todo está lleno, es sábado, los peregrinos y otra gente se mueve y quieren dormir aquí. No quiero dar muchas vueltas por el pueblo porque estoy desfondado. Cojo el móvil, ya casi sin batería, y cazando por internet encuentro una habitación en una pensión que hará las veces de hotel de lujo. Desde allí mismo, me recomiendan el mejor restaurante donde saborear mi cumpleaños de la mejor manera. Pero ni el hotel es de lujo, ni el restaurante se ganaría la fama gracias a mi. Hoy la logística no ha salido tan bien como esperaba. Gestiono mis emociones como puedo e intento ver el lado positivo de las cosas. Ya he conquistado más del 80% de mi hazaña. Ya sé que no es gran cosa comparado con los Ironman, o maratones, o vueltas ciclistas extraordinarias, pero es MI hazaña y un posible pasito más hacia mi plenitud y  a ser una persona más completa, sobre todo si consigo terminarla. Ahora, desde Sarria, parece un poco más asequible. 

Aquí es donde aparece uno de mis puntos vulnerables, mi exceso de confianza. Antes de partir, por la mañana del domingo 9, no tengo ni idea que estoy en modo ‘exceso de confianza’ por haber conseguido llegar hasta aquí y haber superado las dos etapas reinas, y que esto ya me llevará en volandas hasta Santiago. La cruda realidad choca de frente con mis falsas expectativas y pensar que esto ya estaba hecho. Suposiciones erróneas y juicios anticipados me llevan a una situación engañosa y va a ser difícil gestionarlo.

7 de Octubre. Ensayo general.

>Me he levantado con mucha ansiedad, hoy atacaré una de las etapas reina y no voy sobrado de fuerzas. Hay que subir hasta la ‘Cruz de ferro’. He desayunado con mis anfitriones, y Fernando me ha hecho un pequeño plano para coger la carretera correcta hacia este lugar emblemático del Camino de Santiago.
He empezado la etapa muy concienciado y conocedor de lo que me esperaba. Muy paciente. A medio camino de la subida, Fernando me adelanta con su furgoneta. Se para delante mio.
  • Voy a Foncebadón. Si quieres te subo, si no te importa hacer trampas, nadie lo sabrá, me dice.
  • Yo si lo sabré Fernando, lo sabré siempre y esto es lo que importa. Gracias por tu ofrecimiento!  Es el momento de honrar la autenticidad y la honradez que me pedía ayer. Me ha recordado una conversación similar en una escena de la película ‘La leyenda de Bagger Vance’, donde en un momento dado el protagonista tiene la posibilidad de hacer trampa, pero se niega. Una de mis pelis favoritas. Golf y coaching todo junto.
Así que desde ese preciso instante, en Rabanal del Camino, empiezan los 9 kilómetros más difíciles que he tenido que afrontar hasta ahora. Hasta Foncebadón he parado un par de veces, pero los dos kilómetros que hay desde ahí hasta la ‘Cruz de ferro’ tiene rampas impresionantes y he caminado un rato acompañando a mi bici que parecía no querer avanzar conmigo encima. Una vez allí he celebrado interiormente el esfuerzo, me he llevado otra piedra de recuerdo y unos cordobeses muy simpáticos me han inmortalizado al pie de la cruz. 

Cruz de ferro

Bajada de 15 km a tumba abierta hasta Molinaseca donde he llegado tocado, probablemente por el frío y la velocidad al bajar. He consultado con mi médico particular, Camino es médico, y la tengo a mi lado en todo momento. Siempre está ahí. Algunas píldoras y un rato de descanso deberían hacer su trabajo. Una vez más me he excedido comiendo demasiado, mis tapas de huevos estrellados y patatas fritas al ‘Cabrales’ me han dejado tirado y con poca capacidad de reacción. Las dos o tres suaves cuestas hasta Ponferrada las he sufrido de lo lindo. Aunque tenía consignas de mi médico de parar inmediatamente, he continuado a paso tranquilo hasta Cacabelos, y allí he dudado de mis fuerzas para llegar a Villafranca del Bierzo. Un breve descanso y no me he podido resistir a continuar con mi obsesivo objetivo de llegar a mi meta particular pensada para hoy. 
Tendría que haber parado tal y como le he prometido a Camino, pero mis ansias de conseguir mis propios retos no me han dejado hacerle caso y mi tozudez se ha abierto paso de cualquier manera. He aguantado estoicamente encima del sillín como he podido y he llegado a la bonita Plaza mayor de Villafranca exhausto como nunca. Han sido 82 km duros, muy duros y llenos de sensaciones físicas y mentales, agotamiento moral, rigidez muscular, resfriado hipotérmico pero mis ganas de vencer y mi poder de sufrimiento han podido con esta batalla interna. He batido el récord de horas sentado en la bici, 6,5 horas muy muy largas.





Que deben pensar los angloparlantes cuando ven esta señal. Mejor no pregunto, por lo de la vergüenza y eso.

Me he ido al súper a comprar un poco de pan y jamón del bueno, y para la habitación a descansar. A las 20:30h caigo rendido y me despierto de madrugada. Oficialmente ya es mi cumpleaños, tengo 57 tacos exteriores, 35 de vitalidad. 
Feliz cumple tío!! me ha escrito mi cuñado Sergi que ha hecho Astorga - Santiago en bici, pero a estas horas no puedo ni teclear en mi móvil. 
Tomo una pastilla para dormir el resto de la noche, conviene relajarme para la etapa reina de mañana. Estoy nervioso por el drama de mañana, 30 km de ascensión con un desnivel de casi 1.000 m. hasta el ‘alto do polo’ (alto del pollo). A ver cómo lo gestiono. En cualquier caso me he de cuidar, no me gustaría morir el día de mi cumpleaños, sería redondo en cuanto a fechas, pero no me apetece nada. No quiero huir del ‘problema’ de mañana. Es importante que sepa afrontarlo y superarlo.
Hoy he dado un gran paso para llegar a Santiago y mañana una vez terminada la etapa, espero que en Sarria, tendré un 90% acumulado. Pero, ojo con Galicia y sus montañas rusas ‘acolinadas' en constante desnivel, pueden jugar alguna mala pasada. Tendría que estar acostumbrado pero llevo mucho acumulado y gastado o, mejor dicho, invertido. 
Me conozco y es más fácil que pinche en las fáciles que en las difíciles.


Bueno pues tienes 57, ¿quieres decir que hacía falta hacer todo esto?. 
  • Sí categórico.
Seguro que todavía tengo un montón de aprendizajes que integrar en los probables tres días que quedan. Así, que he decidido no dejar mi bloc de notas cuando termine.
Por cierto, hoy hace un mes que dejé de fumar para prepararme. Ueee! como dirían mis hijos Claudia y Marc. Aunque solo fuera por esto, ya habría valido la pena. 
No sé cómo me tomaré la vida a partir de ahora, lo que sí sé es que quiero a Camino a mi lado para siempre, y no se lo voy a pedir, quiero que esté a mi lado porque juntos estamos mejor, no porque lo obliga algún lazo oficial. 
Tus hijos son tu vida y lo he reafirmado desde que convivo contigo, son tu oxigeno y tu hidrógeno, y yo estaré aquí con ellos y con los míos, porque soy libre para escoger mi vida y tu eres mi elección. En realidad, y quizá me avanzo a un final sorpresa, creo que mi gran descubrimiento es ‘la libertad de sentirme libre para escoger mi vida’ <



Dia memorable

6 de Octubre. La metáfora.

>Vale, pues ya estoy en Astorga y he quemado 5 etapas. Esta de recuperación, solo 48 km de llanura leonesa, acorde con el plan de recuperación de energía. Esta mañana me lo he tomado con calma y he hecho lavandería en un autoservicio cercano al hotel en León, y mientras lavaba y secaba mi sobada ropa he desayunado las tostaditas con mantequilla y mermelada de cada día. Buen soplo de energía antes de salir. 
He enfocado hacia Astorga con la calma y pisando trozos del Camino de peregrinos pedestres. Nada especialmente significativo excepto el puente de Hospital de Órbigo y por supuesto Astorga. He comido delante de la Catedral de Santa Maria de Astorga y el Palacio Episcopal de Gaudí, que es impresionante (foto).



He encontrado un hotel rural para dormir muy acogedor y muy recomendable, ‘La rosa de los tiempos’ en la pedanía de Carneros donde Fernando y Rosa me han tratado maravillosamente bien. Dos simpatiquísimos ‘hippies’ muy atentos con sus clientes. Hemos charlado largamente de cómo es la etapa de mañana, con la cima en ‘La cruz de ferro’ (Cruz de hierro). Me he comprado una pomadita de bebés para mi culo machacado y gordo, pero a la postre el resultado no ha sido muy bueno, tendré que buscar otra solución.


Con la tranquilidad de hoy me ha venido a la cabeza que el Camino tiene un cierto paralelismo con la vida. Con mi vida. Una metáfora de 4 fases que me la explico más o menos así:
Fase 1. Preparación e inicio. Ilusión, nervios, conexión con la gente, conexión con mi espíritu de la aventura, frescura, entendiendo y asimilando de qué va todo esto del Camino de la vida.
Fase 2. Auto-conocimiento y consolidación de quién soy, cuáles son mis herramientas, en qué entorno me muevo, sin dejar de pedalear hacia mi objetivo. Auto-evaluación de mis fuerzas. Momentos de grandes esfuerzos y despegue.
Fase 3. De administración inteligente de mis fuerzas, gracias ya a un cierto grado de experiencia que me permite asumir retos más complejos, a la vez que más cortos e intensos. Aquí es donde estoy ahora.
Fase 4. Saborear el final con un pedaleo más confortable. No hay prisas y también ganas de llegar disfrutando de lo que pasa y lo que queda. Pero, aquí me estoy avanzando, pues ésta todavía no la he vivido ni en la realidad del Camino ni en la metáfora de mi vida.

Y ahora el auto-coaching. ¿Cómo quiero afrontar esta tercera fase?. ¿Cómo quiero que ocurra? Tengo claro que ha de ser como yo soy, y esto se llama: Tranquilidad, disfrute, en buena compañía, con la mayoría de temas resueltos, con alegría y con mucha libertad.

Vale, muy bien y ¿quien necesito ser yo para que ocurra así?

Trabajador. Administrando adecuadamente mi energía. Si se puede estirar un poco más, se hace pero regulándome. Sin dejar de estar en la pomada de lo que ocurre en mi mundo.
Aventurero. Valiente y experimentado sin perder el sabor de la vida ni la emoción de la aventura. Lanzado y sin creencias limitantes, consciente de mis posibilidades.
Con corazón. A corazón abierto. Sintiendo en todo momento, dejando entrar y salir mi emocionalidad.
Positivo. Siempre hay una parte positiva en todo, encontrar esa ventana de aprendizaje y captar la oportunidad que se genera.
Confiado. He vivido mucho. Sé de que va todo esto, solo tengo que mirar atrás para ver toda esa experiencia acumulada y usarla en mi favor.
Amante. De todo lo que encuentre en mi camino, que sume y no sea una carga.
Humilde. Con todo el significado que conlleva, con asertividad.
Relaciones-sociable. Cuidar mis relaciones y ponerlas en mayor protagonismo en mi vida.
Autentico y honrado. No hay que demostrar nada a nadie y a la vez con el pecho por delante. Con la conciencia tranquila.<


Me siento muy bien con esto que escribí en ese momento y me recuerda que es lo que quiero que haya en mi vida, siempre. Sé que necesito todo esto en el Camino de mi vida para sentirme pleno y poder afrontar los vaivenes que seguro me depara el futuro y con los que tendré que lidiar y desde ahí, sé que puedo conseguirlo.
Ahora, días más tarde de cuando escribí esto en Astorga,  añadiría a esta lista, La gestión adecuada de mis emociones, algo para mí imprescindible cuando llegan momentos de inconstancia, o inconsistencia de los ‘imputs' que recibo constantemente como efecto de nuestras reacciones a estos ‘inputs’. Es decir, buscar las reacciones adecuadas y acordes con la ‘real’ importancia y relatividad que los hechos tienen. Nada fácil de aplicar y muy sencillo de exponer en un papel.  El primer paso es siempre tomar conciencia de que esa emoción esta presente y conocer las causas que la provocan da unas buenas pistas de cómo afrontarla.
Y puestos a añadir cosas  a esta lista de deseos de cómo debo ser yo para ser una persona completa, también pondría El no juicio, prejuicio o suposiciones. Podría incluirlo en la gestión de las emociones pero me gusta darle la importancia que tiene y tenerlo presente de forma independiente pues afecta directamente a la calidad de mis relaciones con los demás. Tiene mucho que ver con la empatía, y entender mejor las emociones y reacciones de los demás.
Que estén en la lista no quiere decir que no honre estas cualidades sino que puedo mejorar, en algunos aspectos más que en otros, para considerarme una persona completa. O lo que yo entiendo como una persona completa.

  Ahí queda para que pueda buscar en mi interior y sacar lo mejor de mi.

5 de Octubre. Maratón.

>Nada de nada, hoy no hay ‘insights’, eso si, me he cascado 103,6 km y casi seis horas de pedaleo. Etapa marathon. Muchos ‘Buen Camino’ por la mañana donde he coincidido con los peatones del Camino durante un buen rato. Me había propuesto relacionarme más con los ‘camineros’ pero no se ha dado el caso. Las primeras palabras en castellano de los peregrinos llegan en mi cuarta etapa. No sé valorar el porcentaje de extranjeros pero, por lo visto hasta ahora, alrededor de un 90% de peregrinos lo son. Mucha Nacional 120, no la olvidaré durante el resto de mis días, con un tramo recto de 30 km inacabable para llegar a Puente Villarente, lugar de buenos recuerdos de mis distintas etapas profesionales. Unos botellines y unas tapas para comer algo me han puesto más peso para arrastrar los últimos y eternos 8 kilómetros, hasta llegar exhausto a León, que, por sorpresa, estaba de fiesta mayor, San Froilan. Un suntuoso respeto a la Catedral del pueblo de mi suegra y una buena cena han acabado por ser uno de los mejores momentos del día que ha pasado un tanto aburrido. <

Como ha cambiado León desde la última vez, y qué bonito es el casco antiguo, ya olvidado tras mis esporádicas visitas anteriores. Contento por conseguir llegar hasta aquí. Estoy casi en la mitad de mis 627 kilómetros a recorrer. No hubiera apostado por mi y ahora no quiero otra cosa que llegar hasta el final como sea. Creo que el planteamiento para mañana será de hacer una etapa corta de recuperación y llegar hasta Astorga y disfrutar de su belleza antes de descansar para poder atacar la segunda etapa con más desnivel de todo el recorrido, pasado mañana será el pequeño-gran Tourmalet de mi particular Camino. Necesito planificación y estrategia para intentar asegurar que llegaré a Santiago.






He cogido esta piedra para llevársela a mi Camino Calvo, es una afición que tiene. Colecciona piedras allí donde va. O se las hace traer. Ésta estaba en la frontera de la provincia de Palencia con la de León. La provincia donde nació su madre, por eso ella se llama Mª del Camino, una zona de España donde este nombre es mucho más habitual que en otras partes. Por eso la he cogido allí. La otra, se la cogí al pie de la ‘La cruz de ferro’, donde teóricamente los peregrinos deberían dejar una de donde vienen para así redimirse de sus pecados, según creo. No soy un peregrino ‘estrictu sensu’, sobre todo en la parte más religiosa del Camino, yo solo soy un simple buscador de  retos y emociones. Así es como me definiría ahora mismo, con la perspectiva de haber terminado ya hace unas semanas y conociéndome un poco mejor que antes de salir. Desde luego tengo que admitir que los retos me ponen en marcha y si encima puedo sacar aprendizaje de ello mejor que mejor. Siempre voy en busca de cual es el objetivo de hacer algo y retarme a mi mismo para conseguirlo, no necesito que me empujen, yo soy de los que se tiran solo.

4 de Octubre. Llanto desconsolado

>El gran día, la gran sorpresa. Hoy iba pensando como disfrutar más del viaje y así he empezado, visitando Citores del Páramo un pequeño pueblo que había a los pocos kilometros de mi partida en Villanueva de Argaño. Hasta aquí todo bien, incluido que hoy era casi todo llano a partir precisamente de esta pequeña aldea. Los 67 km hasta Carrión de los condes han transcurrido fisicamente muy tranquilos, con tempo de disfrute y alma convulsa.
Pero la sorpresa ha venido después de Villasandino. Cuando ya llevaba unos 22 km de ruta, de repente he tenido la sensación de que era libre y he parado la bici emocionado, sollozando de la emoción que borbotaba de mi corazón. No sabía muy bien qué ocurría. He tenido un flash de la carretera que va de Sevilla a Cádiz, como un ‘Dejà vu’, como si allí estuviera la libertad o algo así. Sensación de que la libertad plena emanaba de mi interior. Rápidamente mi mente me ha hecho una mala pasada y se ha ido hacia mi relación con Camino. Parece obvio que cuando tienes una relación y además convives con alguien pierdes algunas libertades de movimiento, pero esto no quiere decir que no puedas decidir todo lo que tu deseas con libertad. Me ha llevado también a otros momentos de mi libertad después de mi divorcio, ya hace algún tiempo. He grabado algunos videos tan pronto como me llehaban las emociones a flor de piel y que ahora en el hotel miraré y escucharé con atención. 
Que emocionantes son los videos. Ya los he visto en el hotel. Si. Ha sido un cumulo de emocionalidad positiva y que realmente creo que tiene que ver con mi libertad, la libertad de decidir lo que quiero en cada momento. Ha sido un verdadero alivio.
Me he preguntado porqué estaba pasando todo esto, después no sé muy bien cómo me ha llegado una respuesta desde mi interior diciéndome “porque te quieres”. En ese mismo momento un cuervo ha graznado un par de veces. 
Lo más significativo es que un ratito más tarde, y como decía en mi video recordando las palabras de la mujer austro-italiana del primer día acerca de abrir mi corazón, hoy se ha dejado ver lo que llevaba dentro. He recordado que debo dejar salir mis emociones para que hagan el trabajo que deban hacer. Y tanto me ha calado que justo antes de entrar en Carrión de los Condes me ha venido otro llanto espasmódico por el que parecía que estaba sacando toda mi mierda acumulada y, al mismo tiempo, la sensación de una liberación profunda.





Hablando del viaje, decía también en los videos que muchas veces hago un esfuerzo especial cuando estoy llegando al final de una cuesta. Hoy he visto y vivido que el final de esa cuesta no te deja ver que hay otra a continuación, escondida por la propia pendiente y por lo tanto no estaba gestionando muy bien este tipo de momentos complicados. Disfrutar del camino, de nuevo me ha llegado el mismo mensaje en clave de una carretera con cuesta, no por mucho correr llegas de la mejor manera. De hecho es como lo de la felicidad, que aparece cuando gestionamos correctamente  nuestro día a día. En algún lugar del Monasterio donde he dormido hoy he leído, ‘el camino no es la meta’. La meta es la vida en sí misma y como decides vivir tu día a día. Pero bueno esto es más conocido, mañana volveré a abrir mi corazón y dejaré que lo que quiera entrar o salir de mi lo haga y realice su trabajo.
Por cierto hoy me he dado el lujazo de dormir en el Monasterio de San Zoilo, un lugar muy relajante y con un restaurante de primera. Después veré que hago mañana con el recorrido y todo lo demás. 
 - Observa con el corazón bien abierto.<



La felicidad. Que mal usamos esta palabra. En el lenguaje de coaching yo la equiparo a lo que llamamos plenitud. Y una forma interesante de medir nuestra felicidad o plenitud es a través de nuestros valores. ¿Cuáles son nuestros valores? ¿Cuales son los más importantes? ¿cuánto los estamos honrando? 
Expondré mi caso. El valor que está primero en mi lista es la ‘libertad’, la capacidad de decidir mi propia vida, de tomar mis propias decisiones y que no lo haga otro por mi. Con todas las consecuencias que eso conlleve. Que la libertad es mi primer valor es evidente leyendo los primeros párrafos de hoy. Pues bien, cuando mi libertad se siente amenazada mi felicidad se resiente inmediatamente. Si sumamos más valores a la ecuación más completo será el dibujo de nuestra felicidad, de nuestra plenitud. Si imaginamos un ecualizador de valores y todos están muy arriba, probablemente nuestra vida será plena o estará cerca de la plenitud.
Cuando el ecualizador de nuestra vida muestre señales de debilidad, debemos preguntarnos ¿cuáles de estos valores están siendo amenazados?

Hoy he re-descubierto que mi primer valor está a salvo.

3 de Octubre. Transición.

>He salido del  Hotel Jacobeo para ir a parar al Hotel Linares, también Hotel de carretera en un pueblecillo a unos 70 km de donde he salido. No está mal. No se a quién le estoy diciendo todo esto.
He subido un puerto de 1150 m saliendo desde 700 aproximadamente. Nada del otro jueves. Largo pero con la relación de cambio adecuada no ha presentado mayor problema, he pasado por Villafranca de Montes de Oca, por cierto, aquí habrá que volver, me ha parecido un pueblo bonito. Debería haberme parado y ver más en detalle. Hoy he pensado que podemos volver a hacer el Camino en moto, también sería bonito y además en compañía. He seguido la N-120 que no he dejado en todo el día. He atravesado Burgos con parada obligatoria en la Catedral, donde una pareja de holandeses muy simpáticos me han hecho una foto.

La catedral de Burgos

He puesto la directa, me he saltado otro final de etapa de los recomendados por las App del Camino y he seguido por la N-120 a ver dónde llegaba. He comido con unos peregrinos y charlado un rato con una chica irlandesa muy dicharachera. Todo termina siempre con la única frase que vale para todos los idiomas ‘BUEN CAMINO!!’
Debería de cambiar y disfrutar más del camino, y después de una llamada de trabajo con una Agencia con las que colaboro, pensaré que puedo hacer más, de alguna manera soy consciente de que lo disfruto, pero quiero más. A ver si termino con la llamada y me relajo un poco.
He de bajar mi ritmo y mirar hacia delante, no al costado como siempre, aún que haga menos kilómetros o vaya más lento para hacerlos. Uno de los pensamientos del día ha sido precisamente dejar de pensar y observar qué es lo que hago y doy a mis clientes.
Hazlo !<

Dejar de pensar no es nada fácil. Un poco de meditación relaja y te devuelve la paz interior, al menos un rato. Es importante aprender a vaciar nuestra mente de los miles de pensamientos que constantemente están alterando nuestra paz. Démosle un respiro a nuestra mente, también necesita descansar. Un gurú americano moderno, Stephen Covey, famoso por un libro llamado ‘Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva’ dice que le séptimo hábito debería ser ‘afilar la sierra’ o recargar baterías de forma periódica. Metafóricamente hablando él lo explica así, -estoy tan ocupado conduciendo que no tengo tiempo para parar a poner gasolina- 

Una fórmula que yo utilizo con mis clientes cuando llegan estresados con sus historias personales y sus líos mentales es enviarlos a pasear un rato. Esto me lo hacían a mi en el parvulario del colegio. Me costaba mucho concentrarme y me distraía con una mosca. Entonces la ‘señorita’, así es como se llamaba entonces a la profe, me enviaba a dar una vuelta al patio para que me relajara y estuviera más centrado y en paz. “Jordi! Vete a dar una vuelta al patio y vuelve”. 
Ahora con mis clientes hago algo parecido, pero un poco más sofisticado. Les mando a andar durante aproximadamente 10 minutos a la mitad de la velocidad que normalmente andarían, con una consigna muy clara: observa todo lo que puedas sin juzgar lo que ves, y luego me cuentas qué has visto. Normalmente funciona muy bien, si siguen estresados les vuelvo a mandar a paseo’. Lo que consigo es que estén más tranquilos para que reflexionen mejor y estén más presentes en la conversación de coaching.

Por supuesto que es aplicable a la bici y yo lo estuve practicando durante el viaje. Te fuerza a ralentizar y ser más consciente de lo que te rodea. Ver y retener. Estar. Relacionarte.