lunes, 24 de abril de 2017

2 de Octubre. El elefante viene de cara.

De mi diario;

>Si, ya! Hoy empiezo, ahora estoy haciendo tiempo para bajar a desayunar. Me he despertado pronto con la excitación y los nervios de empezar. ¿Qué me deparará este viaje?

‘Filosofía aplicable’; disfrutar y no tener prisa
TE QUIERO CAMINO CALVO !

Es un grito al vacío, porque ella no está. Es un grito de desesperación y a la vez de impulso hacia lo desconocido. No estás, pero en tu nombre me tiro del precipicio y que sea lo que dios quiera, dirían algunos. Recuerdo a un compañero de mi antiguo trabajo en la multinacional que en una Convención de concesionarios en Port Aventura, al empezar la primera gran pendiente en la vagoneta del ‘Dragon Kahn’ chillaba, ‘a la mieeeerda con todooooo’. Yo, a su lado, no podía más que reír a carcajadas, no solo por su comentario sino por el momento de excitación y nerviosismo del especial momento. Aquí, en este tipo de momento estoy, con la adrenalina subida a punto de empezar mi pequeña aventurilla.

Alrededor de 600 km por delante, esto es lo que dice el mapa de la credencial del peregrino.
UN ELEFANTE. Recuerda cómo se comen los elefantes!, mordisco a mordisco.
He desayunado con una mujer austro-italiana que ha hecho 11 veces el Camino, una de ellas desde Austria. Siempre y en cada uno de sus viajes ha buscado su lugar en el mundo, y al final lo encontró en Galicia. Ella ha venido a ser ‘Heidi’ y vivir en las montañas, así que se ha ido a vivir a los montes gallegos, cerca de Santiago, pero fuera del trayecto del Camino,  aunque me dice que alquila habitaciones si alguno se pierde por aquellos bosques. Su gran consejo para el Camino es que ABRA EL CORAZÓN y todo pasará. No lo olvidaré.
He abierto mi corazón, me he relacionado con algunos peregrinos caminantes, puesto que de bici hay pocos y no siempre usan la misma ruta. He puesto la mejor de mis sonrisas. Estaba ilusionado. Ahora, estoy contento y cansado. No me esperaba tanta gente ni la apertura y la generosidad que desprenden.

Sto. Domingo de la calzada

Quizá me he pasado con los kilómetros que he hecho, bueno, mañana veremos dónde estoy fisicamente. He combinado el propio Camino con carreteras y eso me ha llevado a avanzar bastante. Creo que a primera hora, que es cuando más gente se mueve, será mejor hacer carretera, y después, ir combinando con el Camino pedestre.
Una alemana, Martine, me ha secuestrado y hemos comido juntos en un bar. Me refleja que los peatones se quejan mucho de los ciclistas porque no avisan cuando llegan cerca de ellos y se sienten abasallados.
Emocionalmente no ha pasado nada, sí que he notado que el esfuerzo tiene verdaderamente una recompensa, pero para mi tiene que valer mucho la pena, o sea que quiero una recompensa bien grande porque el esfuerzo así ha sido. Descubro que solo tengo que tener más paciencia y mi actual trabajo ya me lleva a donde quiero ir, seguir en mi camino, a veces por el mismo camino y a veces tomando  atajos. Pues yo voy en bici y muchos otros van a pie.
Creo que el Hotel Jacobeo este tampoco está tan mal.
No tengo un plan trazado para mañana, veré cómo transcurren las cosas y cómo me encuentro fisicamente y decidiré acorde con eso. Soy un animal de costumbres, como la mayoría de seres humanos. Llego a mi destino o donde decido parar e inicio mi proceso, y busco mi hogar temporal. Busco un lugar donde me sienta cómodo, donde pueda descansar y con un mínimo de comodidades. Una buena cama, una buena ducha y limpieza general. No soy demasiado de ir a los albergues para compartir habitación como cuando íbamos de colonias. Tampoco de lujo innecesario. Ya tengo una edad, y si puedo permitírmelo prefiero estar en mi espacio privado, en mi cueva provisional. Con esto me basta. Me refresco, descanso, ceno, en mayor o menor medida, y vuelvo a descansar. 
Me levanto pronto, desayuno y hago mi trabajo. Cuando antes empiece antes terminaré. Agobiado!. Hago mi carrera particular contra mí mismo. A ver si puedes llegar hasta allí, o llegar a esa hora, o a hacer tantos kilómetros. Como si alguien me persiguiera y así me pierdo lo mejor, el Camino en si mismo. Y el Camino es estar presente con él, estar disponible para lo que quiera ocurrir y vivirlo intensamente. 
Pero yo quiero conseguir mi reto al mismo tiempo, así que tendré que vigilar, estar atento a no irme a los extremos. No es sólo un ruta ni tampoco encantarme en los paisajes. Los dos son malos. Quiero vivir la parte del reto físico tanto como la del reto emocional. A ver qué va ocurriendo. <

He pasado por Santo Domingo de la Calzada, preciosa villa donde al parecer el Santo ayudó a construir un puente para ayudar a pasar a los peregrínos al otro lado del río Oja. No he prestado mucha atención a los históricos monumentos de esta excepcionalmente bonita población riojana, aunque la foto habla por si sola. 
He visto por primera vez un peregrino llevando su mochila atada a su cintura y arrastrarla con unas ruedas. Curioso el invento. Días después lo volveré a ver en la subida a la “Cruz de Ferro”. Después de un breve descanso y zamparme una barrita energética sigo por el Camino de tierra que usan los peregrinos peatones. 
Me he sentido bien, con muchas ganas de ver más, de sentirme como uno de ellos, un peregrino más. Aquí cada uno va a su rollo y se va encontrando en diferentes puntos de su camino pero también los hay que hacen el ‘viaje’ en grupo seguramente buscando cosas distintas a la de encontrarse consigo mismos y disfrutar más de la compañía de otros seres humanos e incluso de la protección y sabiduaría que ofrece el grupo.
Yo busco más la primera parte, la de navegar conmigo mismo en busca de mi esencia más escondida. Me gusta mucho estar solo, en mi espacio vital, en el Camino y en casa. Todo y que uno de mis retos vitales es ser mucho más sociable, este Camino es desde mi y para mi sin obviar y respetar los Caminos de los demás, encontrando esos momentos para compartir.

He descendido hasta Belorado con el ánimo de parar y terminar ahí esta primera etapa, donde valorar como ha ido y que puedo hacer para seguir en la pomada de mi ‘viaje’.

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