martes, 2 de mayo de 2017

Capitulo 1 Mi historia

Nací el 8 de Octubre de hace 57 años en el Poble sec de Barcelona, un barrio humilde de gente humilde. JM Serrat también nació allí, en la misma calle de mis abuelos maternos. Me gusta contarlo, ya ves.

Nací con un defecto físico llamado 'labio leporino' que de alguna forma marcó un poco mi adolescencia y comportó ciertas inseguridades y complejillos implicitos a la edad de gustar a chicos y chicas, ellos por lo del sentido de pertenencia, importante en esos momentos de la vida, y ellas por lo del sentirse gustado y los primeros pinitos del amor.
Las dos partes se fueron solucionando en mi interior conforme el tiempo transcurría y era aceptado con los chicos y besado por alguna que otra chica, la confianza en mi mismo se aposentaba, aunque de forma irregular, en mi mente.
De alguna forma estos son los primeros pasos en el descubrimiento de los importante que puede ser la autoestima y la confianza en uno mismo para desarrollar y dar lo mejor en todos los aspectos de nuestra vida. Tema clave para ser el mejor líder de uno mismo y liderar equipos posteriormente, los dos liderazgos van irremediablemente unidos, como uña y carne.

Volviendo a mi historia, decir que estudié una carrera con el grado de diplomatura, me faltó un tris para la licenciatura pero allí mi capacidad de finalización, de la rampa final para llegar al puerto de montaña pudo conmigo y a 4 asignaturas del final empecé a trabajar de forma más seria, y lo que era una rampa se convirtió en el Tourmalet que nunca culminé. Me marcó durante mucho tiempo y me hizo pensar que no era capaz, que no tenía ni la fortaleza ni la inteligencia para conseguir objetivos importantes. No fue así.

En el trabajo que acababa de empezar si fui capaz de superar la prueba de trabajar en otro idioma, y a pesar de las dificultades, aprendí inglés de forma muy consistente y pude viajar por todo el mundo vendiendo pieles de cordero para confeccionar prendas de vestir y otros complementos en países como Japón, Corea, Hong Kong, Taiwan, Canada, Estados Unidos, Inglaterra, Francia o Italia. Esta parte de mi vida la recuerdo con mucho cariño, me dio mucha confianza y unos nuevos ojos para ver el mundo en el que vivimos, entender la diversidad de razas, religiones, culturas o simplemente estilos de vida. Y lo más importante, una dosis enorme de autoestima, por realizar un trabajo bien hecho, por superar las cuestiones idiomáticas y culturales, por ser percibido como un buen profesional y persona.

Además, supuso la rampa de salida hacia una etapa laboral de casi 20 años en Yamaha, motero de toda la vida, significó entrar en una compañía muy valorada en el mundo entero por la calidad de sus productos y me permito decir también por la calidad humana de las personas que la componen. Cada etapa, cada empresa en la que trabajamos, me atrevo a decir, marcan lo que tiene que venir y dicen mucho de que quienes somos como personas y como profesionales.
Todas las etapas son de continuo aprendizaje y superación, pero estoy seguro que esto lo sabemos todos, y si no fuéramos conscientes de ello se hace muy complicado evolucionar, liderar nuestro propio cambio, nuestro desarrollo y generar nuestro propósito de vida.

Aquí, en Yamaha, es donde tuve mi primer choque frontal con el liderazgo de equipos. Allá por 1991, empecé a trabajar por primera vez con gente a mi cargo, donde se suponía que mi trabajo debía ser sacar lo mejor de ellos mismos pero este primer encuentro chocó de cara con mis creencias limitantes. Nadie me había enseñado a dirigir personas, ni coaching, ni liderazgo ni ninguna de estas palabrejas que usamos hoy con tanta facilidad y a la vez ligereza.

Yo solo había visto mandar, ni siquiera tenía un nombre específico para mi. Yo soy el Jefe, te mando, tu obedeces y lo haces, y si no....amenazas, insistes, aprietas más las clavijas, levantas la voz, cambias el tono y otras variantes de más de lo mismo. Es decir la forma más egoísta de liderar o mandar. Donde hay patrón no manda marinero!, dice el refranero, así que cada uno a lo suyo. Pero no, eso no funciona, al menos a largo plazo, quizá hoy si lo hagan, pero ¿y mañana?, ¿lo harán mañana? De alguna forma, inconscientemente supongo, sabes que eso no es lo más adecuado, y conscientemente lo que sabes es que las personas no reaccionan, al menos como tu quisieras. 

 Poco a poco, mucho más lento de lo que uno quisiera, vas aprendiendo que las personas tienen sentimientos, que no puedes tratar a todo el mundo de la misma forma, que no existe el 'café para todos', que quizá el que tienes que cambiar eres tu mismo. No se impartían cursos de ningún tipo parecido a lo que yo necesitaba, así que a parte de fijarme en personas que si sabían hacerlo, emprendí una cruzada conmigo mismo y empecé a leer libros de autoayuda, normalmente traducidos de  escritores y 'gurús' norteamericanos y empezé a entender que hay otras formulas.
Uno de los grandes descubrimientos, quizá uno de los más reveladores en mi vida laboral fue al cabo de unos cuantos años cuando, después de haberme 'trabajado' como pseudo-líder, uno de mis colaboradores me reveló la magia del reconocimiento. En pocas palabras, me soltó algo así; 'nunca te podré agradecer lo que has hecho por mi, lo que me has enseñado, lo que he crecido como profesional y como persona, siempre serás alguien especial en mi vida'.

Estas palabras mágicas de alguien (CFS) que ya no trabajaba conmigo me produjeron escalofríos, sentí que habría un antes y un después de aquel día, mi piel de gallina así lo mostraba, mi profundo sentido de grandeza, de haber hecho un trabajo bien hecho, de sentirme realizado, calaron en mi ser como si llenaran mi cuerpo de autosatisfacción, de energía, de poder ilimitado. Sentía que el poder de las personas era mucho más grande que cualquier recompensa monetaria o equivalente, que nunca me llenarían como lo pueden hacer los reconocimientos hechos desde el corazón.
Sin yo saberlo, aquello iba a cambiar mi vida para siempre. Trabajé aún con más ahínco en el poder natural de las personas, en entender los comportamientos humanos hasta que en 2009 mi compañero directivo en RRHH me pidió hacerme 'coaching', ¿que me quieres hacer qué?,
- bueno, vale, acepté con la curiosidad de un neófito.

Después de mi primera sesión ya me quedé alucinado del poder de transformación que tiene esta disciplina. Esto lo necesito, quiero saber más. Es más, quiero dominarlo, no solo me va a ayudar a mi sino a todos los que me rodean.
Fue otro momento importante, porque meses más tarde de ese mismo año se me planteó un cambio de responsabilidad dentro de la compañía, un cambio que no me producía 'tilín' y decidí coger el tren de la aventura y ponerme por mi cuenta. Un salto a lo desconocido, un mundo por descubrir.
    
Algo más de dos años estudiando coaching no deja mucho espacio para sufrir, quiero decir que mientras estamos en la zona de confort del estudio y la preparación no vemos el precipicio al que nos acercamos, el precipicio de empezar algo nuevo, empezar de cero.
Antes, en mi tarjeta de vista había muchas palabras, títulos y anagramas, era absolutamente rimbombante. Mi nombre, mi super-título directivo, con el logo y el nombre de una multinacional y en ese momento todo eso se fue borrando muy rápidamente y solo quedó mi nombre. Cuanta gente se esconde bajo la capa de un título pomposo de una multinacional conocida. Es curioso, después de todo solo queda la persona, quedas como expuesto, algo así como desnudo frente al mundo agresivo y competitivo, y no sabes como zafarte. Estás tú, y estos estudios de coaching y liderazgo frente a un nuevo mundo, inexplorado por ti.

Ahora cuando llamas a las puertas, ya no eres ese directivo de multinacional al que todo el mundo respeta, más por miedo que por valía. Y piensas, pero si yo era un tío estupendo de la muerte y ahora no me hacen ni caso.
De repente, te has metido en un túnel muy oscuro, húmedo, escalofriante, lleno de estalactitas que gotean y te van mojando, encima, este túnel, ni tan siquiera es recto, por lo que no ves ninguna luz al final, se te han acabado las pilas de tu linterna y solo tienes una vela y unas cerillas.
Es duro, muy duro, muchas noches sin dormir, trabajando de vez en cuando y casi regalando lo que haces, aunque cambies el rumbo de más de una vida, no vales, no vales para este mercado, para ese segmento en concreto, nadie te conoce aquí. Te preguntas, si has patinado en tu decisión valiente e impetuosa de comerte el mundo por ti mismo, sin el respaldo de nada ni nadie, porque encima de estar pasando este proceso de duelo, en mi caso, también me divorcié y en plena crisis económica. Si a alguien le gustan los retos le presto los míos..a mi favor es que tenía algún dinerillo que soportaba mis penas, eso sí, administrado y controlado como nunca.

Pero tu autoestima se derrumba como un castillo de naipes cuando soplas en él, ni siquiera la ilusión por conocer este nuevo mundo de sensaciones es lo suficientemente fuerte para aguantar tu caída. 
Entonces echas la mirada atrás y te dices, pero, ¿y toda tu experiencia? ¿de algo valdrá, digo yo, no?, ¿y todo lo que conseguiste hacer y construir en la multinacional? ¿y toda esa gente que estaba encantada contigo?, y te recuperas, y sigues luchando para abrirte paso entre las tinieblas de la duda, son las montañas rusas de las emociones. Hasta que un día, después de una formación o de un coaching te dan un feedback muy bueno, algo que no necesitas porque sabes que lo has hecho bien, pero que te ayuda a recuperar la ilusión por ti, por tu proyecto y por tu vida.

Después de ese viene otro y otro, fallas alguno de vez en cuando, es normal, sigues aprendiendo, pero tu valoración sigue subiendo y eso engancha más que cualquier droga. Se abre frente a ti un mundo maravilloso, excitante, ya no necesitas nada en tu tarjeta de visita, tu nombre ya vale lo que tiene que valer, has salido de tu zona de confort y estás en la zona mágica. Te dices que ha valido la pena. Que el factor riesgo/recompensa es sumamente positivo, que estás donde quieres estar y eres quien quieres ser.

¿La clave?, muy fácil y a la vez muy difícil:




¿Que cómo se hace....?, habrá que seguir leyendo los siguientes capítulos, mientras tanto, hazte estas dos preguntas;

¿De qué va mi historia?

¿en qué se parece mi historia a la tuya? 





No hay comentarios:

Publicar un comentario